sábado, noviembre 04, 2006

Epica, Naufragio, Pícaro-Picante

Como que tuviéramos un devenir histórico a partir de una épica, pasando por el naufragio y terminando con el pícaro, bien denominado por un ex – diputado como picante.
Una épica entendida como libertad y con una cierta potencialidad que nunca se materializa. Una libertad posible, robándosela al falso poder, con su capacidad de encantamiento, a los espectros y fantasmas; una libertad posible, desengañándose, pero sin que ello impida volver siempre a ilusionarse.

¿No le suena conocido esto para los últimos cuarenta años? ¿Se acuerda de los slogans de los ’60, ’70, ’80 y ’90?

Pero son mundos en que se naufraga una y otra vez, pero en el cual se comienza a pensar que eso no tiene por qué ser irracional ni fatal, es más, es un mundo en que se fracasa sin que ello signifique desestimar el sufrimiento trágico y también sobreviviente, - de hecho, pasa a ser prueba de fortaleza.

¿Cuántos han naufragado los últimos 40 años?
¿Cuántas instituciones han naufragado?


Por último, aparece sigilosamente escondido entre la épica y el naufragio el pícaro-picante, esos marginales que se apoyan en su astucia natural para sobrevivir, cínico, miserable, truhán, engañador de engañadores, buscón, reflejando ese inframundo regulado por el ardid y del que sólo cabe salvarse.

¿Le surgen algunos prohombres de nuestra sociedad?

¿Volveremos a tener una nueva épica?

Sugiero leer a Alfredo Jocelyn-Holt “Historia General de Chile”

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